En otoño incipiente
de hojas y letras al vuelo
canta a los nietos su abuelo
la última canción de siempre.
Tú que fuiste primavera
que brotó de entre la nieve,
ese abril en el que llueve
para remover la tierra.
Rojo esplendor de verano
que iluminaba sonrisas
y acercábanos las brisas
de bellos lares cercanos.
Y aunque ahora el invierno venga,
dejando los cuerpos fríos,
seguiremos con tus ríos
regando la tierra yerma.
Que el olvido no es el tiempo;
es la falta de memoria
la que seca las historias
de todo su sentimiento.
Sergio López Serrano