No olvidéis dejar vuestros comentarios.
Hasta siempre, Vladimir. Le dí un beso y dejé que mi mano le rozara, como por descuido, su ingle. Ese suspiro era la mejor despedida que podía esperar. Camino del trabajo, todo me recordaba a ella: las caricias de esa pareja del banco... la respiración en mi oído de algún compañero de andén... incluso la forma en la que el metro penetraba en la estación provocó una sacudida en mi entrepierna. Volví a la calle, recorrí varias manzanas a toda prisa, subí las escaleras de dos en dos y abrí la puerta brúscamente. Allí seguía, sobre la cama. “Sabía que volverías.”
amen, recuerda que quien lanzó el reto fui yo :S
ResponderEliminarTienes toda la razón, me colé.
ResponderEliminarEditada la entrada :)
... siempre vuelven ;)
ResponderEliminaramen, no hacía falta, hombre. Por cierto, vuelve a editar que queda mal dos veces NERALO en el mismo texto jajajajajaaj
ResponderEliminarjaja, ya vale, no edito más.
ResponderEliminarBueno, va, un cambio pequeñito :P
@muriel: qué sorpresa! bienvenida a mi humilde blog
Gracias ;) Es divertido y enlazando unos y otros blogs y ver las respuestas, y lo puntillosos que puenden ser algunos (no miro a nadie, neralito, jajaja) Por cierto, tu micro relato me ha gustado mucho, lance quien lance el reto.
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